jueves, 5 de febrero de 2009

El misterio que Edward representaba me consumía; aún más, él me obsesionaba. Tonta. Tonta. Tonta. No tenía tantas ganas de huir de Forks como debiera, como hubiera tenido cualquier persona normal y cuerda.


CREPÚSCULO.


Siempre existe una peligrosa obsesión.

1 comentario:

AS dijo...

como amo este libro !! Monumento a Sthepanie Meyer